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Para demostrar que los estados excitados eran nonabeliones, el equipo realizó una serie de pruebas, incluyendo mover los estados excitados para crear anillos de Borromeo virtuales, una estructura en la que ninguna de las tres anillas está conectada directamente…
Explicación más desmenuzada

En el mundo de la física cuántica, uno de los fenómenos más esquivos y fascinantes acaba de ser observado: los anillos de Borromeo cuánticos, formados por partículas llamadas nonabeliones. Estas partículas no son como los átomos o moléculas que conocemos en nuestra vida cotidiana; existen sólo dentro de las complejidades de la teoría cuántica. Pero, ¿qué significa todo esto? Vamos a desglosarlo un poco.

Los anillos de Borromeo son un conjunto de tres anillos entrelazados de tal manera que si se remueve uno, los otros dos ya no están conectados. Imagina tres anillos de una cadena: normalmente, si sacas uno, los otros dos siguen conectados. Pero en el caso de los anillos de Borromeo, cada anillo sostiene a los otros dos, de modo que si se quita uno, el conjunto entero se desmorona. Este tipo de interacción es una metáfora perfecta para describir ciertas condiciones en la física cuántica donde las partículas están tan interconectadas que el comportamiento de una afecta fundamentalmente a las otras.

Este peculiar comportamiento fue creado dentro de un ordenador cuántico en Quantinuum, una empresa que surgió de la fusión entre una unidad de Honeywell y una startup en Cambridge, Reino Unido. Usaron su máquina más avanzada, que puede manipular y controlar partículas subatómicas llamadas iones. En la computación cuántica, a diferencia de la computación clásica que utiliza bits como la unidad más pequeña de datos (que pueden ser un 0 o un 1), se utilizan qubits. Los qubits pueden existir simultáneamente en múltiples estados (no solo 0 o 1, sino una superposición de ambos), lo que permite realizar cálculos a una velocidad y complejidad inalcanzables para los ordenadores clásicos.

Los investigadores de Quantinuum lograron un tipo de enredo cuántico, que es una interacción compleja entre partículas cuánticas (en este caso, iones), donde los estados cuánticos de los iones se entrelazan de manera que el estado de uno depende del estado de los otros, no importa la distancia que los separe. Esta capacidad de entrelazar partículas es clave para la computación cuántica porque permite una forma muy robusta y rápida de procesamiento de información.

Para lograr este entrelazamiento, utilizaron un patrón de kagome, que es un tipo de tejido japonés que forma estrellas de seis puntas superpuestas, y lo doblaron en forma de rosquilla. Esta configuración espacial particular es fundamental para simular las condiciones bajo las cuales los nonabeliones pueden existir y ser manipulados para realizar cálculos cuánticos.

Aunque estas partículas, los nonabeliones, fueron simuladas y no observadas directamente (pues existen solo como información dentro del ordenador cuántico), su comportamiento dentro de la simulación cumplió con las expectativas teóricas de cómo deberían actuar. Esto representa un paso significativo hacia computadoras cuánticas más estables y menos propensas a errores, una gran barrera en la actualidad para su desarrollo.

Aunque este logro es impresionante, queda mucho por hacer para entender completamente su eficacia y eficiencia en comparación con otros métodos de corrección de errores cuánticos. Sin embargo, el simple hecho de poder crear y manipular estas partículas en una plataforma controlada es un avance emocionante en la física y la computación cuántica. Es como haber descubierto una nueva especie en un océano inexplorado, sabiendo que esta podría ser la clave para futuros descubrimientos y tecnologías revolucionarias.

🔗 Nature
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En el mundo de la física cuántica, uno de los fenómenos más esquivos y fascinantes acaba de ser observado: los anillos de Borromeo cuánticos, formados por partículas llamadas nonabeliones. Estas partículas no son como los átomos o moléculas que conocemos en nuestra vida cotidiana; existen sólo dentro de las complejidades de la teoría cuántica. Pero, ¿qué significa todo esto? Vamos a desglosarlo un poco.

Los anillos de Borromeo son un conjunto de tres anillos entrelazados de tal manera que si se remueve uno, los otros dos ya no están conectados. Imagina tres anillos de una cadena: normalmente, si sacas uno, los otros dos siguen conectados. Pero en el caso de los anillos de Borromeo, cada anillo sostiene a los otros dos, de modo que si se quita uno, el conjunto entero se desmorona. Este tipo de interacción es una metáfora perfecta para describir ciertas condiciones en la física cuántica donde las partículas están tan interconectadas que el comportamiento de una afecta fundamentalmente a las otras.

Este peculiar comportamiento fue creado dentro de un ordenador cuántico en Quantinuum, una empresa que surgió de la fusión entre una unidad de Honeywell y una startup en Cambridge, Reino Unido. Usaron su máquina más avanzada, que puede manipular y controlar partículas subatómicas llamadas iones. En la computación cuántica, a diferencia de la computación clásica que utiliza bits como la unidad más pequeña de datos (que pueden ser un 0 o un 1), se utilizan qubits. Los qubits pueden existir simultáneamente en múltiples estados (no solo 0 o 1, sino una superposición de ambos), lo que permite realizar cálculos a una velocidad y complejidad inalcanzables para los ordenadores clásicos.

Los investigadores de Quantinuum lograron un tipo de enredo cuántico, que es una interacción compleja entre partículas cuánticas (en este caso, iones), donde los estados cuánticos de los iones se entrelazan de manera que el estado de uno depende del estado de los otros, no importa la distancia que los separe. Esta capacidad de entrelazar partículas es clave para la computación cuántica porque permite una forma muy robusta y rápida de procesamiento de información.

Para lograr este entrelazamiento, utilizaron un patrón de kagome, que es un tipo de tejido japonés que forma estrellas de seis puntas superpuestas, y lo doblaron en forma de rosquilla. Esta configuración espacial particular es fundamental para simular las condiciones bajo las cuales los nonabeliones pueden existir y ser manipulados para realizar cálculos cuánticos.

Aunque estas partículas, los nonabeliones, fueron simuladas y no observadas directamente (pues existen solo como información dentro del ordenador cuántico), su comportamiento dentro de la simulación cumplió con las expectativas teóricas de cómo deberían actuar. Esto representa un paso significativo hacia computadoras cuánticas más estables y menos propensas a errores, una gran barrera en la actualidad para su desarrollo.

Aunque este logro es impresionante, queda mucho por hacer para entender completamente su eficacia y eficiencia en comparación con otros métodos de corrección de errores cuánticos. Sin embargo, el simple hecho de poder crear y manipular estas partículas en una plataforma controlada es un avance emocionante en la física y la computación cuántica. Es como haber descubierto una nueva especie en un océano inexplorado, sabiendo que esta podría ser la clave para futuros descubrimientos y tecnologías revolucionarias.

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